sábado, 4 de agosto de 2012

Amor – Odio


Después de varias etapas, de análisis pre ocupacionales y constancias que ni sabían que se podían pedir, el Martes 10 de julio recibí LA llamada, esa llamada que no sabía si quería que ocurriera, pero que hizo que mi vida diera un giro desde el mismo instante en que corté con la encargada de Recursos Humanos.

Dicen que para cada cosa que nos pasa existe un capítulo de Los Simpsons y/o Friends que ejemplifica ese momento. En mi caso, comparo ese momento con un capítulo de Friends, en el que Rachel se entera que está embarazada.
Cuando Phoebe le dice que la prueba de embarazo es negativa, Rachel se tranquiliza y se pone contenta; pero se siente feliz cuando Phoebe le dice que en realidad el resultado es positivo. De esa misma manera me sentí yo.

Cuando hablaba de este nuevo trabajo, constantemente marcaba los aspectos negativos que tiene, como la distancia, la cantidad de horas de trabajo, el arriesgarme a dejar un trabajo de cuatro años por un reemplazo de tres meses y medio; pero a la vez, cada centímetro de mi ser anhelaba que suene mi teléfono y que el identificador de llamadas me dijera que eran “ellos” los que me llamaban.

Fue, por lejos, la mejor llamada que recibí en muchísimo tiempo. No podía dejar de sonreír y las manos me temblaban de la emoción. No es sólo el haber conseguido un trabajo mucho mejor que el que tengo, es el hecho de que me hayan elegido a mi para ese trabajo.
Me sentí importante, especial, capaz de enfrentar un trabajo totalmente distinto a lo que vengo haciendo, es todo un desafío y es la puerta a mi nueva vida.

No existen palabras q me permitan expresar la emoción que me genera el hecho de haber sido elegida para ser parte de una empresa tan pero tan grande.

El call también es una empresa inmensa que está en todo el mundo, pero el trabajo del call lo hace cualquier mono domesticado (perdón si ofendo a alguien, pero todos sabemos que es así)
Con que hayas terminado el secundario, ya sea en el mejor colegio o en una escuela nocturna acelerada, ya cumplís con los requisitos para trabajar ahí.
Todos los días hacen entrevistas y contratan gente, todos los días ascienden y descienden supervisores, analistas de calidad y demás.
Ya perdí la cuenta de la cantidad de personas que conocí dentro de ese lugar. A veces me cruzo con gente que sé que la conozco pero que no recuerdo de donde y después de pensar un rato recuerdo que durante un tiempo pertenecieron a TP.

En cambio, en este nuevo trabajo no contratan gente todos los días, y eso me hace sentir especial de alguna manera.
Apenas me confirmaron que había quedado elegida, sentí que mi vida empezaba a tomar otro rumbo. Acomodé mi placard (algo que no hacía hace por lo menos dos años), busqué una dermatóloga para tratar mi problema de acné, empecé dieta, duermo menos y tengo ganas de hacer cosas.

Tanto tiempo de espera hizo que deseara con cada centímetro de mi ser que me llamen.
Los días adentro del call se volvieron más tediosos de lo normal y, con cada nueva directiva que llegaba, mis ganas de irme a la mierda se potenciaban.
Lo único que hacía que me aguante ese lugar son mis compañeros que son increíbles en todos los sentidos. Y si hay algo que voy a extrañar de ese lugar, son las personas que llegué a conocer y los amigos que coseché.

Pero también sé que voy a seguir conociendo gente maravillosa.
Cuando me fui de mi trabajo anterior, lloré por tener que dejarlo a E, sentía que no existía mejor compañero y amigo que él. Como amigo nadie lo reemplazó, sigue siendo mi mejor amigo y seguimos hablándonos, viéndonos y contándonos todo; pero sí conocí personas que son tan buenos compañeros como lo era él.
Ahora me toca dejarla a C y a L. L es mi jefa, es increíble como jefa y se convirtió en una gran amiga. C es como una hermanita (a pesar de que tenemos casi la misma edad), me da ternura, siento que debo cuidarla, protegerla y sé que me va a doler dejarla, aunque creo que a ella le va a costar más que a mi.
Sin embargo, estoy segura que mi amistad con ellas no va a desaparecer por el hecho de cambiar de trabajo. Pasará como pasó con E, seguiremos siendo amigas más allá del trabajo.

El contrato con mi nuevo empleo es por un poco más de 3 meses, desde el 8 de Agosto hasta el 21 de Noviembre. Qué pasará después? No sé.
Por lo pronto, TP me dio la posibilidad de adelantar 9 días de trabajo así en Septiembre cobro el sueldo completo. Desde el 21 de Agosto hasta el 19 de Septiembre me autorizan una licencia sin goce de sueldo. Tengo que volver el 20 de Septiembre.
No sé si volveré. Ojalá que no. Ojalá surja la posibilidad de quedar efectiva y poder renunciar al call.

El sueldo me tienta mucho. Para mi, que estoy sola, es un sueldazo. Es un sueldo que me permitiría irme a vivir sola, ahorrar para un auto, pagar deudas y/o ahorrar para hacer ese viaje a Europa que tanto deseo. Es un sueldo que me cambia la vida.


A pesar de que cada centímetro de mi ser quiere irse de TP, debo reconocer que me asusta dejarlo.
Por un lado sé que ya no lo aguanto, sé que merezco algo mejor, que merezco un sueldo más alto, que tengo derecho a tener un trabajo en el que se reconozca mi capacidad y esfuerzo.
Pero, a la vez, a pesar de todo lo malo que tiene, me cuesta mucho imaginarme fuera de ese lugar.
Son casi 4 años ininterrumpidos de amor y maltrato diario. Me dio muchos dolores de cabeza pero también muchas alegrías.
Después de tanto tiempo metida en esa caja de zapatos, es como que no me imagino mi vida de otra manera.
Hay cosas que se las voy a agradecer siempre. Fue mi primer trabajo en blanco, me dio una excelente obra social, me brindó estabilidad económica y durante 4 años conocí gente maravillosa.

Anita, mi hermana de la vida, dice que lo que yo siento por TP es conocido como el “Síndrome de Estocolmo”, no sé si es normal sentir eso por un trabajo, pero es lo que siento.

Lo quiero, siempre lo voy a recordar con mucho cariño, pero espero no volver.


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