martes, 3 de septiembre de 2013

Mi Lola

Lo más triste y doloroso del 2012 fue perder a mi Lola. 

Nunca volvió a caminar, sus patas traseras empezaron a lastimarse porque no se quedaba quieta y llegó un momento en que era carne viva. La vendaba pero ella se sacaba las vendas. Llegó a comerse su propia carne. Tampoco podía hacer la pis, había que ayudarla y se hacía la caca a cada rato.

Me había jurado no sacrificarla, toda la vida dije que a una mascota hay que darle los mismos cuidados que a un ser humano. No dejaría que le quiten la vida a alguien de mi familia porque no pueda caminar, pero lo de la Lola nos superó a todos.

Cada mañana tenía miedo de encontrarla desangrada.

No me perdono por haberla sacrificado, no me perdono por no haberle comprado un carrito el primer día, no me perdono por no haberla enterrado en mi jardín. No me perdono haberla dejado morir.

La extraño horrores. Extraño hacerla jugar con su pelota, o verla llevarse su plato. Extraño sus ladridos en medio de la noche, extraño sentirme cuidada.

Estoy enojada con Fernando por no haberla curado. Es el mejor veterinario que existe y no la curó.
Pero en realidad no estoy enojada con él. Lo primero que me dijo fue que le comprara un carrito, que eso la iba a ayudar a movilizarse y tal vez la ayudaba a volver a caminar, pero no se lo compré.

No sé por que no lo hice. No sé si fue por miserable o porque no me di cuenta de la magnitud de lo que pasaba.

Cuando Fernando le puso las inyecciones, la abracé y le pedí perdón. Lo único que hice fue abrazarla, llorar y pedirle perdón.
Que tu mascota del alma muera en tus brazos es lo más triste y doloroso que me pasó en la vida. No se lo deseo a nadie, ni a la persona más mala.
Fue la primera vez que sentí que con ella se murió una parte de mi alma.

Sé que la muerte forma parte de la vida. Que todos nacemos y que todos morimos.
Perdí a mi abuela, perdí a la Monina, pero ellas murieron porque ya eran grandes, y murieron de forma natural. A ninguna de las dos le tuve que poner una inyección para terminar con sus vidas. No fui yo la que terminó con sus vidas. 

Por eso me duele tanto. Yo no era quién para decidir que mi Lola ya no tenía que seguir luchando.



No estoy enojada con Fernando. Estoy enojada conmigo. Todos los días de mi vida voy a sentir que pude haber hecho algo más por ella y no lo hice.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Todos distintos, todos iguales.


Tengo pocos amigos, muy pocos.

Los "indispensables" los puedo contar con los dedos de una mano. Son esas personas que aunque no las vea seguido, sé que estamos a una llamada o a un whatsapp de distancia.
Son 4 mujeres y un varón.

Ya pasó el día del amigo, pero ellos sí me ayudarían a esconder un cadáver.
El varón es Esteban, mi amigo más querido y el que sé que es capaz de dejar cualquier cosa por venir a darme una mano. Nunca tuve la necesidad de pedirle nada urgente, pero sé que si lo necesitara él sería el primero en estar a mi lado. De vez en cuando lo jodo para preguntarle cosas relacionadas a la salud, como cuando mi hermano estuvo enfermo y supo darme indicaciones más precisas que un médico especializado. Esteban no es médico, es bioquímico, pero lo mismo le decimos Doctor.
Lo conocí hace 5 o 6 años, trabajábamos juntos en un laboratorio. Al principio no me caía muy bien, era muy serio y no sociabilizaba, sólo cumplía con su trabajo.
Poco a poco se fue sacando esa coraza super protectora que usaba, y debajo de ella me encontré con una de las personas que más quiero en la vida. Nos hicimos grandes amigos y por lo único que volvería a ese laboratorio sería para volver a trabajar con él y verlo todos los días a las 7.30 de la mañana con su cara de perro tan característica. Los dos dejamos ese trabajo, ahora por las tardes él se dedica a ser bioquímico en el laboratorio de un sanatorio, y por las mañanas tortura alumnos del secundario.

Las mujeres son 100% distintas entre ellas.

Por un lado está Noelia, una persona maravillosa. Es de esas personas que siempre tienen abierta la puerta de su casa para recibirte. Podes ir a tomar unos mates o quedarte una semana entera, ella no te cuestiona. Simplemente me presta su oreja, me muestra su punto de vista y me convida otro mate.
A Noelia la conocí en mi adolescencia por una amiga en común. Después, en uno de mis primeros trabajos, fuimos compañeras de un turco explotador. Renunciamos en distintos momentos y no nos volvimos a ver. De vez en cuando nos mandábamos algún mensaje para saber de la otra y siempre quedábamos en organizar algo que nunca se daba. Por esas cosas de la vida, un día decidí estudiar Ciencias Económicas y grande fue mi sorpresa cuando me encontré con ella en la clase inaugural del ciclo lectivo. Recién ahí, muchos años después de conocernos, nos hicimos amigas.
Estudiamos juntas, se sumó Silvina (a la que quiero, pero no entra dentro de los indispensables) y logramos crear una linda amistad. Una amistad que se mantiene con el tiempo aunque ninguna de las dos esté metida de cabeza con la facultad.

También está Ivana. Una amiga a la que siempre quise mucho, a la que conozco hace como 10 años (o tal vez más); éramos inseparables. Tengo cientos de recuerdos y de anécdotas con ella. Un par de veces discutimos, eso generó una cierta tensión en nuestra relación; pero después tuvimos otra pelea, nos dijimos cosas que no deberíamos haber dicho y nos alejamos del todo.
Yo fui la que se mandó la cagada, y ella la potenció.
No tengo palabras para expresar lo mucho que la extrañé. Nuestra amistad no se merecía una separación así. Estoy convencida que si no me hubiese alejado de ella, hoy mi vida sería distinta y hubiese sabido tomar decisiones más sabias.
Un día su gato me agregó a Facebook, fue un pequeño acercamiento.
Después ingresé al mundo de Twitter, empecé a seguir varias personas y una de esas era ella. Cuando me di cuenta que detrás de Miss Honey estaba mi amiga Ivana, juro que me sentí feliz. Sin querer, la tecnología nos reencontró.
Pasaron varios meses hasta que nos juntamos una tarde a merendar. Su vida había cambiado totalmente, y me puso feliz ver todos los logros que había conseguido en estos años. Lamenté no haber estado a su lado festejando sus logros o consolando sus tristezas.
No nos vemos muy seguido porque yo vivo en el culo del mundo y ella tiene como doscientas actividades diarias. Honestamente, no sé cómo le da el tiempo y la energía para hacer tantas cosas.
Lo importante es que nos volvimos a encontrar.

La tercera mujer es Jimena. Podría hablar horas y horas de Jimena. Podría contar cada una de sus locuras, de sus caprichos y de sus contestaciones que me dan ganas de estamparla de una piña contra la pared.
Mi gran problema es que soy demasiado “diplomática” y nunca tengo los ovarios del tamaño necesario para decirle de frente todo lo que pienso. Tiene una personalidad tan particular que si le llegó a decir que su vida es una mierda porque ella hace que su vida sea una mierda, me va a mandar a la mierda y voy a perder una amistad de casi 20 años.
Sé que le debería decir lo que pienso. Lo que pasa es que no encuentro una forma cordial de decirle todo. No puedo decirle que es muy difícil tratar con una persona con un carácter tan particular como el de ella. No puedo decirle que muchas veces me alejo porque siento que su negatividad me hunde. No puedo decirle que no le cuento que tengo entrevistas de trabajo porque siento que le genera envidia.
Nuestras realidades son totalmente distintas. Ella busca trabajo para independizarse de unos padres jodidos pero que la bancan en todo; yo busco trabajo para ayudarla a mi mamá. Con sus ahorros, ella se está yendo a Buenos Aires a ver un recital de un cantante famoso; con mis ahorros vengo manteniendo mi casa desde hace dos meses que estoy sin trabajo.
Sé que la quiero con el alma. Sé que es mi amiga y que siempre fuimos incondicionales una con la otra.
Pero en este momento me hace mal y, aunque me duela, tengo que ser egoísta y mantenerme un poco alejada de ella.
Yo no estoy bien y estoy un poco cansada de ser la “fuerte” de nuestra amistad.
Solo espero que cuando tenga las fuerzas para ayudarla, ya no sea demasiado tarde.

La cuarta y última, pero no por eso menos importante, es mi Anita.
No, no es Anita es MI Anita.
Ana Inés es la única amiga que tengo del colegio. Antes también estaba la Pato, pero ya no.
Con Ana Inés tengo una especie de conexión rara. Sería algo así como un sexto sentido. Ella ya es mamá y le falta poco para recibirse de psicóloga. Una noche de la semana pasada no me podía dormir, no podía dejar de pensar en ella. Ya estaba próxima a la fecha de parto de su segundo bebé y me juré que al día siguiente la iba a llamar. Grande fue mi sorpresa, o no, cuando a la mañana siguiente leo en Facebook que la noche anterior había nacido
Evaristo.
Me pasó algo parecido cuando se hizo el test de su primer hijo. Por esas cosas extrañas, esa mañana la busqué en el trabajo (las dos trabajábamos en el call pero para distintas campañas y raramente nos cruzábamos), fui a su box pero no estaba, sus compañeras me dijeron que se había ido al baño y ahí la encontré haciéndose un Evatest porque tenía un retraso. Y ahí estuve cuando se enteró que iba a ser mamá por primera vez. También pensé mucho en ella un día de Febrero, le mandé un mensaje y me contó que esa tarde había nacido Francisco.
Con Anita no nos vemos nunca. Siempre le juro y le perjuro que voy a ir a verla y nunca voy. Ella no se enoja, dice que ya sabe que soy así y que lo mismo me quiere.
Internamente sé que no voy a verla porque a ella no le puedo mentir. Sé que apenas la vea voy a llorar en sus brazos y le voy a contar lo miserable que me siento.
Anita es mi amiga preferida, pero a la que más esquivo. La esquivo porque no me animo a enfrentar esta realidad que estoy viviendo. No era la vida que pensaba tener a los 30 años, 31 en realidad.
Antes de ir a verla, necesito hacer un auto análisis y no me siento preparada para eso.

En fin, estos son mis amigos indispensables. A la mayoría los veo muy poco, pero siempre están presentes.
Una es como mi madre y otra es como hija.
El único varón se parece a mí ideal de hombre, pero le faltan algunas cosas y nunca sentí algo más que una hermosa y pura amistad.
Las meriendas me ayudan a hacer catarsis, y también ayudan a que Ivana haga su catarsis.
Y los mates de Noelia tienen sabor a familia.





lunes, 26 de agosto de 2013

Orgullo


Hoy fue un día totalmente fuera de lo normal.

Salí a defender con todo mi ser a una empresa a la que admiro y por la que agradezco a Dios que me haya dejado ser parte de ella.

Es la primera vez en mi vida que salgo a defender una empresa. 
Lo normal, o lo que me pasó la mayor parte de mi vida laboral, fue salir a quejarme de la empresa en la que trabajaba.
Me quejaba por malos sueldos, me quejaba por horarios que no se respetaban, por derechos que no se cumplían.

Y hoy me encontré con un bombo, un micrófono y dejando mi voz por una empresa que le da trabajo a casi 50 amigos.

Una empresa que le permite a la gente de "Brillante" mandar a sus hijos a la escuela;
una empresa que ayuda a los de "Security" a mantener a sus familias; 
una empresa que le da trabajo a Santiago y a Marcelo conocidos como "Rotella Remis", para que ellos puedan educar a sus hijos y para que puedan soñar un mundo mejor para el futuro, para que Guadalupe tenga un futuro y para que Nacho pueda seguir luciéndose en lo que es bueno;
y además de todo eso, una empresa que cuida y protege a cada uno de los "chicos de LAN", esos chicos no tan chicos que son mis amigos, que son padres, futuros padres y por sobretodo son soñadores. Personas maravillosas que ponen el alma en cada tarea que realizan. 

Para ellos no es un trabajo más, es su pasión, tienen un sentimiento increíble por lo que hacen. Nunca en mi vida tuve un trabajo donde el trabajo en equipo fuera tan notorio como lo es en LAN; no es tan solo un puesto de trabajo, es su familia y, por lo tanto, los entiendo cuando salen a defender con uñas y dientes su familia. 

Uno puede cambiar de amigos, de trabajo, de facultad o de barrio; pero es imposible cambiar de familia y eso es LAN TUCUMAN, una familia que tiene altibajos pero que se mantiene unida porque tienen una pasión que es más fuerte que nada.

Desde adentro o desde afuera, son mi familia y es un orgullo poder decirlo.

Tal vez sea solo el inicio de una batalla, o tal vez éste gobierno es capaz de ver que LAN es más fuerte de lo que ellos creían. Que no son solo 3000 puestos de trabajos, sino que son 3000 personas que logran q LAN ARGENTINA sea una empresa en constante crecimiento.

Somos Personas! Y como personas, defendemos lo que es justo.

Hoy me sentí orgullosa de cada uno de ellos. Ya sea saltando y gritando por lo que quieren, o haciendo apoyo a través del face o trabajando en la comercial.

Estoy incondicionalmente con ellos, no importa el trabajo en el que esté, ellos son mi familia y voy a seguir defendiéndolos con el alma.

lunes, 25 de marzo de 2013

Balance

Ayer escribí un post en el que contaba el día que mi papá me dijo que era lenta.

En parte es verdad, soy lenta para muchas cosas.

Soy lenta para enojarme.
Soy lenta para decir lo que pienso realmente.
Soy lenta para pensar en mi.
Soy lenta para ser una prioridad.
Soy lenta para admitir que un amigo me defraudó.
Soy lenta para sentir rencor.
Soy lenta para mandar a las personas que se lo merecen a la mierda.
Soy lenta para pelear por lo que es mío.
Soy lenta...

Soy tan lenta que está terminando el primer trimestre del año y recién ahora junto coraje para sentarme a hacer un análisis de lo que fue para mi el 2012.

El 2012 empezó muy bien.
Tenía novio, buenos amigos y un proyecto de vacaciones.
Enero del 2012 lo pasé en Mar del Plata. Después de 8 años volví a sentir el olor del mar y el viento característico de la playa. Un 99.9% de mi ser no se quería volver. Si no fuera tan lenta, me hubiese arriesgado a quedarme y a buscar trabajo. Amo el mar, las playas, el viento, el clima. Si algún día se me presenta la oportunidad de irme a vivir a un lugar con mar espero ser un poco egoísta e irme.

Terminaron las vacaciones, volví a mi trabajo en un call center y volví a la rutina.
En Marzo empezaron las clases. Me puse las pilas como nunca y no terminé el cuatrimestre de la forma en que yo esperaba. Tal vez le tendría que haber dedicado más tiempo o, tal vez, soy lenta y es necesario que recurse algunas materias.

Un día de Mayo una amiga me mandó un mensaje para que me postule a un trabajo que había salido en la página de ZonaJobs. Era para una obra social que abría una sucursal cerca de mi casa. De todos los requisitos que ellos solicitaban, yo cumplía con todos.
Me postulé muy ilusionada. Estaba segura que me iban a llamar para ese trabajo.
En la misma página figuraba otro aviso, menos llamativo, pasaba casi inadvertido, como yo.
"Empresa Área solicita Agente de Atención al Pasajero" decía el aviso. Con un solo click me postulé.

Esperé la llamada de la Obra Social. Nunca llegó.
Me llamaron para una entrevista para ser agente. El día de la entrevista fui a la terminal de micros con la intención de tomar uno que me lleve al aeropuerto. Grande fue mi sorpresa cuando me enteré que solo había 4 al día y ninguno en el horario que yo necesitaba. Decidí no ir, "es muy lejos" me dije.
Unos minutos después estaba esperando un ómnibus que nunca antes había tomado. Un señor me indicó que me bajara pasando el puente y que ahí tomara un taxi hasta el aeropuerto. Así lo hice.
Llegué, esperé un rato y Mariano vino a mi encuentro. Se presentó como el Jefe de Base y me invitó a pasar a un salón donde nos esperaba una chica de Recursos Humanos que había venido de Buenos Aires.
Ellos preguntaban y yo contestaba. Me explicaron un poco en qué consistía el trabajo y me explicaron cómo era el proceso de selección.
Les agradecí por haberme llamado y me fui entusiasmada, pero no convencida del todo porque la distancia me parecía inmensa.
La vuelta a casa la cuento en otro momento. Merece su espacio.

Días después me llamaron para una segunda entrevista. Esta vez era en una consultora con una psicóloga.
Me hizo muchas preguntas. Me pidió que copiara dibujos y, por último, me pidió que dibujara una persona bajo la lluvia. No sabía de la existencia de este tipo de test.
Salí totalmente desorientada.

Debo haber hecho un buen dibujo porque al poco tiempo me llamaron para que vaya a hacerme los análisis pre ocupacionales.

El 10 de Julio me llamaron para avisarme que había sido seleccionada para el puesto.
No lo podía creer.
Mis dudas y mis miedos los escribí en un post del año pasado.

Sin imaginarlo entré a trabajar a una de las mejores empresas que existen en la Argentina.
Me enamoré de la empresa, y le rogué a Dios que mi tiempo con ellos sea mayor al de 3 meses.
No lo fue. El 21 de Noviembre fue mi último día del 2012 en el Aeropuerto.
Lloré como si hubiese perdido a toda mi familia en un accidente.

Empecé a buscar trabajo y al mes ingresé como Recepcionista de un hotel.
Fue el peor trabajo que tuve en mi vida. Un ambiente de mierda, con compañeros de mierda (salvo ciertas excepciones), un buen gerente al que la mayoría subestimaba; un sueldo mediocre y huéspedes con aires de grandeza. De los horarios de trabajo prefiero no hablar.

Pero bueno, la necesidad económica me obligaba a aguantar ese trabajo. Prefería estar ahí antes que estar encerrada en mi casa.

Un día de Enero sonó mi celular y el identificador de llamadas me mostraba el número de Mariano.
Habían pasado unos días de mi cumpleaños y pensé que me llamaba para saludarme; pero no era él, era el nuevo jefe de base de la empresa de la que me había enamorado (a Mariano lo ascendieron y el nuevo jefe se quedó con el celular corporativo); me comentó que otra de mis compañeras entraba de licencia por maternidad y me preguntó si quería cubrir dicha licencia.
Obviamente contesté que sí; pero él aclaró una vez más que era solo para cubrir la licencia.

Una vez más renuncié a un trabajo y corrí a los brazos de mi amada empresa.
Estuve 4 maravillosos meses y me ilusioné con quedar efectiva o que lo autoricen a mi jefe a que cubra un tercer remplazo por maternidad. Lamentablemente, ninguna de las dos cosas se dio.

Mi último día lloré como una nena. Mis mejores compañeros me hicieron un cartelito muy tierno y me regalaron un anillo de San Benito.
Después me engañaron de la mejor manera y me encontré en medio de una despedida donde estaba la mayor parte del grupo.
Me sentí muy pero muy querida.

Y ahora estoy sin trabajo. Viviendo de lo que pude ahorrar durante esos 4 meses.
Mantengo la mayor de mi casa y no consigo nada.
Tuve un par de entrevistas, pero no me volvieron a llamar y, a decir verdad, tampoco quería que me llamen.

Cada entrevista que tengo hace que extrañe más mi trabajo.

Hace casi un mes y medio que fue mi último día en el Aeropuerto; sin embargo sigo considerando que es MI trabajo.
Sueño con él. Lo extraño con el alma y todos los días le pido a Dios que me ayude a volver.
Incluso prometí que si vuelvo a trabajar ahí, me corto el pelo bien cortito y lo dono a los niños del Hospital de Niños para que puedan usarlo para pelucas.

Nunca sentí una pasión por nada.
Nunca amé la música o el arte o el deporte; mi vida siempre giró en torno a la apatía hasta que conocí esa empresa.
Doy todo por volver a ponerme ese uniforme y por volver a pintar mis labios de rojo.

Un balance tardío. Lo termino 8 meses después.

Fue un buen año, conocí al amor de mi vida pero me quitó a mi Lola.

domingo, 24 de marzo de 2013

Un post y una foto por día

He visto más de un escritor (?) de blog que eligió la misión de escribir un post cada día durante un año.
Sé que no es tarea fácil porque muchas veces no sabemos bien qué es lo que queremos escribir, o directamente sentimos que no tenemos nada para contar.

A la derecha de la pantalla de mi blog hay una lista de temas que iban a ser contados (o tratados) en este espacio; sin embargo, creo que no le he dedicado el tiempo y las lineas que se merecen a prácticamente ninguno de ellos.


Hace más de 10 años atrás rendí el ingreso a Medicina de la UNT. Lo rendí una vez y lo desaprobé; lo rendí una segunda vez y lo volví a desaprobar.

Fallar en ese examen fue la primera experiencia realmente dura que me había tocado vivir en toda mi vida. Si me habían pasado cosas feas antes, como la muerte de mi abuela, crecer con padres divorciados y convivir con un hermano discapacitado; pero esos aplazos afectaron directamente a mi burbuja. Me hicieron aprender que la mayoría de las veces, las cosas no salen tal cual como fueron planeadas.

Después de haber desaprobado por segunda vez, mi papá me dijo una frase con la que cargo hasta el día de hoy. Muy suelto de cuerpo y considerándose con una inteligencia superior me dijo "A lo mejor no apruebas el ingreso porque sos lenta"; como si esas palabras no fueran lo suficientemente hirientes para un hijo agregó: "En tu colegio todos pasaban de curso porque los padres pagaban la cuota"

Esa frase dañina y extremadamente hiriente, dicha por mi padre al pasar, sigue retumbando en mi cabeza cada día de mi vida.


Creo que por bronca y por capricho rendí el ingreso por tercera vez y logré convertirme en estudiante de la Facultad de Medicina de la UNT. Lo rendí por capricho, no quería que mi papá tuviese razón, no quería que él pensara que yo era lenta.
Ingresar a Medicina fue un capricho porque al final dejé (como casi todo en mi vida); es más, creo que antes de rendir por última vez yo ya sabía que esa no era mi vocación, pero no quería darle la razón a mi papá.
Quería demostrarle que no soy lenta.

El problema es que tanto me dolió que me haya dicho eso, que muchas veces siento que él tenía razón.


 La foto del día: http://pinterest.com/pin/137570963590119291/


sábado, 23 de marzo de 2013

Es hora...

Una pregunta simplemente inofensiva desencadenó en una pelea en la que con mi novio desde hace 8 años (entre muchas idas y vueltas) decidiéramos cortar.

Hace rato que vengo pensando (y sintiendo) que entre nosotros ya no hay amor. Lo que nos une son muchos recuerdos compartidos y una especie de dependencia mutua. Nos une la costumbre, la comodidad.

Hemos llegado a esa etapa de la relación en la que prácticamente todo nos da igual. Queremos que el otro se sienta bien, pero no hacemos absolutamente nada para que eso ocurra.
Si nos vemos bien, y si no nos podemos ver no importa.
Nuestras conversaciones telefónicas son meramente informativas. Cada uno le cuenta al otro lo que le pasó durante el día, nos mandamos un beso de buenas noches y hasta mañana.
Raras veces nos vemos más de una o de dos veces por semana.
La excusa de él es que anda mal de plata, mi excusa es el rechazo que siento en solo pensar en ir al centro.
Los dos sabemos que son solo excusas. En otros tiempos me subí a un 118 con la simple excusa de devolverle unos CD, y él aparecía de la nada para invitarme a tomar un helado o una gaseosa en la rotonda.

Estamos cansados. No sé si nos hemos cansado uno del otro o si estamos cansados de la vida que venimos viviendo hace un largo tiempo.
A eso hay que sumarle la falta de proyectos en común. Aunque debemos reconocer que tampoco tenemos proyectos individuales. Los dos vivimos para trabajar, para ayudar en nuestras casas y para pagar deudas que ni sabemos en que momento de nuestras vidas contrajimos. 

Es hora de tomar coraje.

Los dos tenemos que agarrarnos fuertemente de esta nueva ruptura y tomar caminos diferentes, caminos que nos lleven a cada uno a donde sea que queremos ir.
Tristemente debemos reconocer que nuestros puntos de destino no son los mismos.
Yo, en lo personal, no sé a donde quiero ir; él tal vez si.

Tengo que ser fuerte y no recordar que es un gran tipo con un corazón de oro que me quiso y que me cuido más que nadie.
Tengo que recordar que, a pesar de que nos queremos, no nos hacemos bien. No puedo pretender que él renuncie a su deseo de ser padre. Él no puede pretender que yo renuncie a mis deseos de recibirme.

Él nunca va a olvidar el daño que una vez le hice. Yo tampoco.
Ese error que cometí va a seguir apareciendo en cada una de nuestras peleas. Él no merece tener que recordarlo cada vez que discutimos por algo; yo ya no quiero seguir pidiendo perdón.

No le gusta parte de mi familia. A mi no me gusta la mayor parte de la suya.

El sexo tampoco es bueno.

Queremos cosas distintas, somos distintos y nuestras diferencias ya no nos complementan.

Es hora de dar una vuelta de hoja...